De la Libertad

La libertad está siempre en juego, pero no es un juego; es el corazón mismo de la vida, lo que hace de ella lo que es. Sin libertad sólo hay un remedo de vida. “De todos los bienes que puedan encontrarse en el fondo del mar o en  la superficie de la tierra, la libertad es el más preciado de todos” decía el Quijote en uno de sus discursos a Sancho, concluyendo luego  “…por ella se puede y debe aventurar la vida”. 

Cuando se la disfruta no se la ve, no se la siente. Se da por sentada, cosa natural que no requiere lucha para tenerla y mantenerla. Se la disfruta como se respira el aire, sin pensar en su existencia. Y sin embargo el más mínimo obstáculo que la afecta, que dificulta nuestras decisiones, se opone a nuestros designios y levanta barreras a lo que queremos de inmediato suscita una reacción o, si acaso dicha reacción no es posible, una huida hacia sí mismo, a un letárgico ensimismamiento que busca refugiarse en la última libertad de todas, la del esfuerzo por creer no necesitarla. “Un filósofo puede estar encerrado en una mazmorra, pero eso no altera en nada su condición” decía el estoico Zenón, pero eso era y es una ilusión. La retirada hacia un interior incapaz de alimentarse del exterior no es otra cosa que escapar de la muerte habitando una tumba. 

La libertad dista de ser cosa sólo asociada a los avatares de la vida humana, al capricho, voluntad o designio de juristas, a tal o cual “estado de derecho” y vinculada a los propósitos de una conciencia que sabe de ambición, de deseos, de metas, esto es, la conciencia del hombre. La libertad es la condición natural de toda criatura viviente con o sin juristas, con o sin leyes, incluso con o sin conciencia. La libertad es la vida misma en cuanto esta siempre y en todas sus manifestaciones busca expandirse, crecer, expresar de ese modo su esencia, pasar de la potencia al acto, de la promesa a la realización o consumación. Un árbol es libre y expresa la libertad en tanto crece y expande sus raíces, sus ramas, su flora, su tamaño; un gato reposa en su libertad aunque carezca de metas políticas e ideológicas y ¡Ay de quien no lo sepa y pretenda encerrarlo! Sin libertad esto es, sin espacio para ser lo que cada ser debe ser, la vida misma se agosta, marchita, anquilosa, perece. 

Ha habido y hay sociedades que no saben de libertad. El instinto de supervivencia adoptando la forma del miedo y el oportunismo se encarga de mantenerlas semi vivas. Reducido a evitar las sanciones y someterse a los planes de los poderosos, el ser humano viviendo en esa condición lo hace con el mínimo ritmo vital que le es posible tal como una criatura sometida al congelamiento reduce sus latidos, aminora su vitalidad y a veces se sumerge en el sueño. Lo llamamos hibernación.

Sociedades hibernadas son sociedades momificadas. No hay en ellas energía, no hay ambición, no hay espacio para crecer sino sólo, en el mejor de los casos, un rincón para sobrevivir. Sociedades así, pasmadas por la ausencia de libertad, terminan convertidas en cadáveres capaces de andar o arrastrarse, pero nunca de crecer y volar. Sobreviven a base de robos de ideas ajenas, de explotación desenfrenada de quienes somete, del miedo a sus esbirros, de parasitismo a costa de la humanidad creadora, del ambiente natural al que despojan, de la vida misma a la que sorben sus jugos sin aportar nada a cambio. Sociedades así, como los virus, se agitan y reproducen, pero no están vivas.

Trágico resulta que las sociedades libres, por serlo, tarde o temprano producen individuos incapaces de hacer el esfuerzo que dicha libertad requiere para subsistir. Amprados en la libertad de ser como quieran, quieren liberarse la libertad misma que los ha acunado. Les resulta un peso. Les resulta una responsabilidad. Se les hace insuficiente pues sus deseos y ambiciones, careciendo de otro fundamento que no sea el capricho del hartazgo, superan los límites necesarios que la libertad se pone y debe ponerse a sí misma para subsistir. Generaciones ahítas, débiles, sin musculatura metal ni emocional, socavan la libertad muertas de ganas como están de entregarse a la esclavitud que los libera de la libertad. 

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Respuestas

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  1. Buenas tardes Fernando
    A propósito de la libertad, recuerdo una discusión en mi época universitaria con un compañero de curso anarquista. Me reclamaba que la libertad debería ser total -según su ideología-, que el ser humano es bueno por naturaleza y que en plena libertad se auto regularía de cometer crímenes, delitos o abusos. Obviamente le planteaba que la libertad no puede ser ilimitada porque cuando no hay límites o normas (leyes) el individuo en estado natural o en ausencia de leyes que contengan su comportamiento entra en una espiral depredatoria ya no contra la misma naturaleza, la fauna, etc. sino contra sus propios congéneres. Si uno recuerda la obra “El señor de las moscas” de William Golding podemos dar cuenta de que uno grupo humano, grande o pequeño, en plena libertad de sus acciones no necesariamente comienza a depredar a otros. La libertad de la que tanto gustamos hablar o ufanarnos debe necesariamente ser normada, de lo contrario se haría realidad la máxima de Tito Macio Plauto “El hombre es el lobo para el hombre”.
    PD: otra cosa es que ideologías totalitarias traten de hacer pensar a la masa ignorante de que vale la pena eliminar la libertad para cuidarnos amorosamente con cárceles, gulags y miseria

  2. FE DE ERRATAS: en la linea en que dice Si uno recuerda la obra “El señor de las moscas” de William Golding podemos dar cuenta de que uno grupo humano, grande o pequeño, en plena libertad de sus acciones no necesariamente comienza a depredar a otros.” debería haber escrito Si uno recuerda la obra “El señor de las moscas” de William Golding podemos dar cuenta de que uno grupo humano, grande o pequeño, en plena libertad de sus acciones necesariamente comienza a depredar a otros.”

    PD: disculpen lo perfeccionista pero con una sola palabra, adverbio o articulo mal escrito se altera todo el sentido de lo que uno realmente quiere expresar.

  3. Don Villegas, le agradezco mucho su deseo individual de compartir sus reflexiones, escritos, desahogos, críticas, etc…. me es muy enriquecedor el leerlo y escucharlo. Excelente columna. Saludos.

  4. Vale la pena reflexionar cómo desde un puma en la montaña hasta un sencillo gato callejero viven su libertad. Duermen hoy, para mañana ver qué viene para subsistir y entender la vida como una lucha contra la muerte, hasta lo que sea posible, sin más, ni por ello, menos.

    Una de mis escenas favoritas, el cierre de THX1138. ¿Vale la pena la libertad?

    Saludos Don Fernando