La Comedia Decé

Hemos visto recientemente una comedia que supera en mucho las ingenuas gracias de Cantinflas; ha sido la que la decé ha tenido la amabilidad de ofrecernos hace unos días. Fue una farsa a más no poder, aunque con un elemento lastimero como sucede siempre cuando la comicidad es representada por quien alguna vez lució cierta dignidad y lo vemos, por un plato de porotos, condescender en hacer el ridículo. Es el que hemos visto en la Junta de la Democracia Cristiana donde iba a resolverse “qué hacer” como partido para la segunda vuelta. 

No había, en realidad, nada que resolver. El asunto estaba ya resuelto de mucho antes. Casi todos los dirigentes decé querían saltar al bus de Boric, anunciar el apoyo del partido a Boric, pedir que se apoyara a Boric y es lo que hicieron y debidamente, como era esperable, recibieron el Sí de las Niñas de otros dirigentes, de dirigentes menores, locales, de barrio, de provincia, la clase de gente que forma la engañosamente llamada “junta nacional”. Esta no convoca, como quizás lo sugiere su nombre, a militantes comunes y corrientes, sino a dirigentes, a los miembros de la liga menor, la de barrio o comuna, pero igualmente interesados, como sus mayores, en conservar sus privilegios por rascas que sean. Posiblemente y a estas alturas no podían hacer otra cosa. Hace tiempo ya quemaron las naves. Tanto se deslizaron hacia la izquierda en el discurso, la gesticulación y la arrogancia progre, de lo cual fue una muestra ambulante la patética candidatura Provoste, que hoy en día les resulta imposible otra cosa. ¡Entiéndanlos! Desde su más tierna infancia han vivido de y en la política. ¿Adónde podrían ir después de estar desde ya unos 10 años coreando las estrofas del progresismo-leninismo? Respecto a Kast, se negaron a sí mismos, hace mucho tiempo, siquiera a la posibilidad de conversar, de debatir, de ver lo que hay detrás de la etiqueta que ellos mismos han confeccionado y le han pegado. Lo han satanizado en el buen y viejo estilo de la izquierda. Se crearon un monstruo de paja, se asustaron de su propia obra y ahora proceden a quemarlo en un aquelarre. Y así es que afirman, para complacencia del PC, que Kast es un peligro para la democracia. Tal vez por eso, para defenderla, se suman a Boric, cuyo principal pilar ideológico y organizacional es el partido Comunista, conocido defensor, promovedor y sostenedor de la democracia. 

La dirigencia decé desea sobrevivir y eso es muy humano. Mediocre, chanta, pero humano. No saben hacer otra cosa que lo que han hecho por décadas, esto es, moverse en los pasillos del poder, obtener cargos en La Moneda o ministerios, ocupar sillas en directorios y gerencias, lucrar de “fundaciones”, de aportes de camaradas foráneos, de dietas parlamentarias, de pagos por servicios rendidos en lobbies y otras marrullerías, de lo que sea su cariño. Muchos ya tienen en ese terreno las cosas bien arregladas. Ya se forraron. No se van a morir de hambre. Algunos tienen incluso fondos considerables en cuentas a nombre de empresas de fantasía de propiedad de sus cónyuges o sus bisabuelos fenecidos. Más aun, ¿a qué vida privada podrían regresar? Nunca han estado en ella. Y aunque los dirigentes menores, los de barrio, constituyen otra historia, no es tan diferente. Rara vez han recibido algo que valga la pena y suelen mirar con rencor los privilegios de los personajes de siempre, los de las altas esferas, pero de todos modos mantienen encendida la esperanza de que algún día podrían ascender a ese piso superior, el de primera clase, el de los que nunca se ahogan, el de los que en el peor de los caso tienen botes para abandonar la nave que se hunde. Así entonces, la Junta Nacional de los Dirigentes Chicos y Grandes se sumó a la campaña de Boric “para defender la democracia y los avances humanos de los últimos años”.

Puesto que hacer eso equivale a la rendición total y absoluta de los principios cristianos y de otra laya que la decé alguna vez tuvo, es hoy un partido espiritualmente muerto, cosa grave cuando se trata de una organización sin otro fundamento y sustento que un sistema de ideas. Sin ellas se convierten en una carcasa vacía, en un pobre objeto que vive de la inercia, los timbres de agua, las inversiones, los congresales que aun obtienen y de los tratos con el Diablo que firman ya sin compunción. Hoy, como nunca, sencillamente no hay motivos para ser decé. Los que aun lo son ya nos los tienen. Sencillamente están ahí, han estado una vida ahí, sus amigos son de ahí, su medio social es formado por otros como ellos que también simplemente están ahí. Son como una muchedumbre que se ha congregado en una plaza para un show de rock que no se produjo, pero ya están ahí, no hay adónde ir y entonces esperan. No hay otra cosa que hacer. ¡Tal vez un telonero se suba al escenario! O alguien les dice que el artista ya viene en camino. Y siguen ahí. Luego les dicen que “hay que defender la democracia” y siguen ahí…

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