Quiliasmo

“El milenarismo o quiliasmo… es la doctrina según la cual Cristo volverá para reinar sobre la Tierra durante mil años, antes del último combate contra el mal…”
Esa es la definición que de tan extraña palabra entrega Wikipedia. Su uso original es entonces puramente religioso. Tiene, sin embargo, aplicaciones más pedestres. Hay doctrinas políticas cuyo referente no es tampoco el AHORA, sino un advenimiento. El advenimiento, por definición, se proyecta al futuro y al mismo tiempo hace una promesa: ni la llegada aun ocurre ni la promesa todavía se cumple, pero sucederá. En el caso de doctrinas políticas impregnadas de quiliasmo, no es el segundo advenimiento del Mesías el que viene en camino, sino la instauración de tal o cual modelo de sociedad que será, a su vez, preparación para el advenimiento del definitivo, del beatífico. En la doctrina marxista dicho papel previo lo cumple el socialismo, etapa preparatoria para el reinado del comunismo.
Pero hay que tener paciencia: el socialismo requiere también sus propios preparativos. Las matanzas, miserias y brutalidades del régimen estalinista no eran, según sus defensores, propias del socialismo sino las necesarias aunque dolorosas preparaciones para esa etapa preparatoria; se requería industrializar la URSS, modernizar la agricultura, eliminar a los “enemigos objetivos del socialismo”, purgar a los saboteadores, imponer jornadas de 16 horas de trabajo a los obreros, forzar la colectivización de los campos, etc, etc con el fin de “hacer posible” el socialismo que a su vez haría posible, en un futuro indeterminado, el comunismo.
Esta meta que requiere preparaciones sobre preparaciones nunca se alcanza, pero por lo mismo opera como la justificación y legitimación perfecta del presente. No alcanzándosela, no pueden percibirse si son o no reales las presuntas virtudes que se le asocian y justifican los horrores de hoy, pero aunque sean invisibles como materia existen sobradamente como espíritu o más bien fantasmas del futuro, como discurso, retórica, programa, aspiración, narrativa o “épica”. Son las palabras e invocaciones, las consignas y lemas, los programas y promesas que hacen aceptables y hasta necesarios los estropicios del presente. En breve, el presente puede ser el infierno, pero es la “etapa previa necesaria” para arribar al Paraíso. Hay una película y/o un libro que se titula “Sin Tetas no hay Paraíso”; en este caso los partidarios del quiliasmo comunista están hace tiempo filmando una superproducción llamada “Sin Gulags, Miseria, Ejecuciones, Asfixias y Despotismos no hay Paraíso”.
Un Paraíso que no tiene fecha para abrir sus puertas porque su inauguración será siempre un mañana que jamás llega, es, por lo mismo, ideal para sostener la voluntad de poder de quienes lo proponen y lavar los pecados cometidos durante su “administración” cuando gobiernan. En el caso del régimen comunista de Cuba, que ha sometido a la pobreza y la opresión al pueblo cubano desde 1959 hasta el presente, dicha justificación se llama “el hombre nuevo”. Todo se justifica para hacer posible el advenimiento del hombre nuevo. ¿Cuándo nacerá? Mañana, pero mientras tanto, hoy, todos los sacrificios son necesarios. El hombre viejo tiene que pagar todos los costos.
Los quiliasmos, como toda doctrina que se proyecta al futuro con una revelación de valor absoluto, suelen asociar a su narrativa un capítulo final de carácter apocalíptico. Es “el último combate contra el mal”, es Armageddon, es “la derrota de la derecha” que predica el tribuno Pancho Vidal y tantos otros, es “la destrucción del modelo neo-liberal”, es la “cancel culture”, la demolición de instituciones, de valores, de costumbres, hasta de usos del lenguaje. A ese final estruendoso se asocian, para que este llegue, métodos expeditivos puestos en práctica en los capítulos previos. Una vez más el fin absoluto los justifica sobradamente. Ningún obstáculo puede ser tolerado para el advenimiento de la sociedad “igualitaria, equitativa, cariñosa, acogedora, diversa, multicultural, indigenista, internacionalista -o sea, aliada de China, Irán, Rusia, etc–, etc”.
Los quiliasmos políticos están, por todo eso, en la raíz de casi todas las matanzas, genocidios, hambrunas, persecuciones, ejecuciones, exilios, campos de concentración, etc que ha conocido el mundo. Descontando las brutalidades de las hordas bárbaras de Atila y algún otro, llenan el catálogo de “crímenes, miserias y locuras” que constituyen la historia de la humanidad.
Lamentablemente los quiliasmos son atractivos. Lo es toda promesa de salvación. Lo es toda prédica que divide el mundo en buenos y malos. Lo es toda simplificación y nada puede ser más simple que la fórmula de todo quiliasmo. Atrae entonces particularmente a los jóvenes y a los ancianos en su segunda infancia en desesperada búsqueda de la Fuente de Juvencia. Atrae a los reventados y a los perdedores por su utilización de medios violentos que hacen posible una venganza legitimada. Atrae a los de abajo para cobrarse las facturas pendientes que tienen con los de arriba. La razón y la realidad al fin de imponen, pero no antes de un prolongado lapso de delirio y destrucción.
Recién comencé a leer el Archipiélago Gulag, no llevo ni 100 páginas y es notable lo absurdo que llegan los límites donde todos pueden ser acusados de traición con penas de trabajos forzados en el Gulag (o directamente fusilamiento). Las leyes tenían la “propiedad” de ser muy amplias en su interpretación, y si un preso del campo de concentración no podía levantarse por hambre o desfallecimiento, estaba “debilitando al estado” y era fusilado. Lo mismo con soldados que volvían a la Unión Soviética luego de luchar afuera y eran condenados por una variedad de cargos, todo por el riesgo de que aquellos que vieron como era el mundo se les ocurriera abrir la boca y hablar bien de la libertad que se disfrutaba en otros países. Porque claro, si se cree que existe intención de ser anti soviético, entonces eras tan culpable que de verdad lo era.
Así suma y sigue. Es un libro que debiera ser obligatorio en la Enseñanza Media, así como la Granja de Animales debiera ser lectura obligada en la Básica.
Algún escritor ruso dijo a propósito de los crímenes bolcheviques que solían justificarse con aquello de que no puedes hacer un pastel sin quebrar huevos que él había visto muchos huevos rotos, pero no sabía de nadie que se hubiese comido el pastel.
Los que aún no lo hayan hecho, vean en Netflix, How to become a tyrant.
Más claro, echarle agua!!
Nombras a Pancho Vidal en este artículo, en tu libro, “Tenga la bondad de irse a la cresta”, le dedicas varias palabras a este fenómeno televisivo que aparece en varios canales de la tv criolla, aparte de lo que dices de el, abra alguna otra razón que lo tengas entre ceja y ceja…Seria bueno saberlo…
Sigo sus programas en Facebook…
Gracias big máster